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Uno de los errores más comunes en el ámbito del estudio y de la formación profesional es creer que estudiar significa leer y repetir, más y más veces hasta cuando te entra en la cabeza.

Ni mucho menos. Leer y repetir no es estudiar. De hecho:

«Cuanto más lees y repites, menos estás estudiando!”

Teniendo en cuenta que esta declaración puede crear un poco de confusión, tratemos de entendernos.

En primer lugar, déjame decirte que yo te aprecio.

Aprecio a las personas que estudian. Creo que el estudio es una de las habilidades fundamentales en el camino hacia el éxito de una persona.

Y aprecio especialmente a los que estudian mucho, con tenacidad y determinación, luchando con fuerza contra el estrés, la preocupación y la frustración.

Pero debo decirte que todo esto NO tiene nada que ver realmente con el estudio. O mejor dicho, no tiene nada que ver con los que saben cómo estudiar, aquellos que tienen un cierto método de estudio científico.

La mayoría que continúa usando el clásico «esperemos-que-vaya-bien”, en realidad no está estudiando, está haciendo algo tan útil como hacer girar el polvo: en un primer momento tal vez limpias el mueble al que estás sacando el polvo, pero luego, ese mismo polvo te lo encuentras sobre la estantería de al lado, luego en el suelo, luego en el móvil… Aparte del esfuerzo que has realizado, ¡nada ha cambiado!

Cuando tú, para intentar aprender algo lees-y-repites, estás haciendo una operación inútil al igual que mover el polvo de un mueble a otro.

Sería mucho más útil ocuparse de encontrar un método científico que captura las partículas de polvo y eliminarlas definitivamente, en vez de moverlas todo el rato.

En otras palabras, más que preocuparte por el hecho de que te estás estresando a muerte por el estudio, más que preocuparte por entender cómo harás para aprobar todos los exámenes que te apartan de tu graduación, sin perder la salud, encerrándote en casa todo el tiempo para conseguir notas que no están mínimamente a la altura de todo el esfuerzo que has puesto en tu leer-repetir-subrayar-releer-repetir, deberías dotarte de un método de estudio.

Porque, quien tiene un método de estudio, es por definición un “relajado”, un cómodo con los exámenes, se siente siempre preparado, no vive ningún tipo de ansiedad ni agitación.

Al máximo siente una agradable sensación de excitación que lo predispone a dar lo mejor de si mismo en el momento de la prueba, examen o de la interrogación.

Estudiar, a diferencia de lo que la mayoría de las personas cree y hace, es en realidad un proceso exacto, muy preciso, hecho de fases que encajan la una con la otra con precisión y seguridad.

Nada que ver con el coger un libro, subrayar con un rotulador como si no existiese un mañana, volver a copiar las partes en otro cuaderno llamándolo “resumen” y luego metértelo en la cabeza tratando de repetir algo que – de acuerdo con lo que te han vendido – ¡deberías recordar porque lo has subrayado con anterioridad!

Es un poco como jugar al tenis. Obvio que puedes coger una raqueta en cualquier momento y moverte como un mono alocado a través del campo con la intención de tocar una pelota. Estadísticamente podrá suceder que toques una pelota entre un salto y una voltereta ruinosa, pero… ¡qué cansancio!

Nadie que sea normal pensaría jamás en hacer una cosa así, pero es exactamente lo que TODOS hacen con el estudio.

En vez de buscar un buen profesor de tenis para intentar entender la posición en la que estar, cómo coger la raqueta, cómo tirar la pelota, cómo tirar la inversa y otros detalles técnicos para aprender a jugar bien, estamos «tirados” en el campo de juego con la esperanza de que de alguna manera seremos capaces de conseguirlo.

No hay mucho de lo que extrañarse entonces si luego el mundo está lleno de gente que se siente «estúpida», «incompetente», “incapaz” o si algún individuo – agotado por una serie de intentos fallidos – termina decidiendo que la escuela no está hecha para él y se arrastra hasta el momento en el que tendrá la edad adecuada para poder decir: ¡ya basta!

Todo esto sería sólo una pesadilla fruto de una imaginación enferma si, en cambio, en algún lugar de nuestro recorrido escolar se nos hubiese explicado, no sólo QUÉ tenemos que aprender, sino también la manera de CÓMO aprender esa información.

Por desgracia, la escuela es como un viejo, lento y pesado dinosaurio que no es capaz de darnos este elemento esencial.

Los programas ministeriales son enormes, desde luego no están actualizados con la velocidad a la que internet nos tiene acostumbrados y los profesores tratan de hacerlo lo mejor posible entre los recortes en la educación y los puestos de trabajo precarios. El hecho es que, al final, no es el momento ni la manera para intentar entender si el modo en el que estudiamos es realmente el más eficaz.

Piénsalo: Hace tiempo saber inglés era “plus” que la mayoría de la gente hacía de buena gana . Hoy en día, si no sabes inglés, tienes un handicap muy grave.

Hace tiempo las informaciones viajaban lentas, estaban en la biblioteca o en las enciclopedias pesadas. Hoy a la velocidad de la luz y las tienes todas en la palma de una mano con tu smartphone.

Hace tiempo, cuando la información corría lenta como un burro, el no tener un método de estudio no era un gran problema. Si no aprendías inglés o no ibas a la universidad, estaba bien también: en el período de la guerra, saber estas cosas era mucho menos importante que llevar a casa la piel. En la post guerra, con el reinicio de la economía, no había una gran cantidad de puestos de trabajo, ya que todo tenía que ser reconstruido, por lo tanto, una vez más, el hecho de que no hubieses “estudiado” no era un gran problema para tu futuro.

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Hoy el mundo del trabajo es una jungla: la crisis ha hecho que muchas empresas se tengan que apretar el cinturón, los puestos han disminuido, ha aumentado la competencia y, si quieres ser capaz de coger tu lugar en el mundo, tienes que luchar con uñas y dientes.

Pero no puedes hacerlo si no tienes el control sobre los bienes del cambio más importante que hay hoy en día: la información.

Si no sabes estudiar, de forma rápida, recordando lo que estudias, sabiendo hacer un buen uso y convertirlo en valor para tu vida profesional, estás destinado a permanecer al margen.

Tener un método de estudio siempre ha sido algo importante, pero hoy en día se ha convertido en algo indispensable.

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