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Todavía mucha gente se ríe del hecho de que puedas pensar en “convertirte en genio”. La mayoría de la gente está convencida de que la “genialidad” es algo que te sucede, parecido al ser pelirrojo o tener los ojos azules.

Pero la verdad es muy diferente y es la ciencia la que lo confirma. Según lo que cuenta Pedro Trabucchi en uno de sus libros, un psicólogo de origen sueco que enseña en la Universidad de Florida, Anders Ericsson «ha proporcionado apoyo científico al hecho de que, en nuestra especie, las cumbres de excelencia no se logran debido al determinismo genético, sino a través de un proceso voluntario: el rendimiento absoluto, en cualquier campo, desde el artístico al ajedrez, desde el deporte a la investigación científica, son el resultado predominantemente del ejercicio en lugar de la habilidad innata”.

Por supuesto, esto no quiere decir, hace hincapié Trabucchi, que las predisposiciones y los genes recibidos en herencia de nuestros padres no cuenten. Es obvio que un aspirante a jugador de baloncesto de 2’10 metros de altura sea tendencialmente más predispuesto que uno de 1,80, pero si el primero se basa sólo en su altura para escalar las clasificaciones y obtener resultados, con seguridad puede ser aplastado en la cancha por el segundo, si este segundo se ha estado entrenando durante años con tenacidad y determinación.

En otras palabras, concluye Trabucchi «sin compromiso y dedicación, sin esfuerzo y entrenamiento, puedes ser bueno, pero no te convertirás en extraordinario.”

Ejercicio intencional contra Ejercicio mecánico

El fruto del trabajo de investigación de Ericsson se conoce con el nombre de «teoría de las diez mil horas.» Pero hay que prestar mucha atención. Muchos – si no todos, confundidos con la idea tan errónea de que para aprender algo tienes que leer y repetir hasta que te entre en la cabeza- llegan a pensar que para lograr resultados extraordinarios tienes que hacer un gran esfuerzo y, sobre todo, aburrirte hasta morir.

Estamos tan acostumbrados a pensar en el estudio como si fuese leer y repetir todo el tiempo que, si alguien nos dice que para tener excelentes resultados simplemente tenemos que trabajar más tiempo, con más determinación y más trabajo duro, muchos prefieren abandonar.

Es así como se forman las ideas tipo “no se me da bien esta materia, «no tengo ganas”, “estoy muy cansado”: son, en realidad, todas las formas de protección para evitar la molestia y el aburrimiento que un estudio mecánico, como un loro amaestrado, no puede solucionar. 

AgassiSi has leído Open, el provocante libro del famoso tenista Andrè Agassi, sabrás que, en efecto, se puede llegar a tener resultados extraordinarios como los suyos incluso odiando lo que estás haciendo, simplemente a fuerza de voluntad.

Agassi de hecho cuenta en el libro que odiaba literalmente el tenis, deporte que su padre le obligó a practicar. No entremos a valorar si en realidad fue así o no – el padre ha escrito otro libro entero desmintiendo la historia de Andrè – en este momento no nos interesa profundizar qué es verdad o no, sino intentar entender que, a fuerza de repetición obsesiva, llena de estrés y rabia, se puede efectivamente obtener grandes resultados, pero… ¡a qué precio!

Hablando siempre en ámbito de tenis, cojamos la historia de otro gran campeón, Novak

DJOKOVICDjokovic. En su libro “El punto ganador” cuenta que, desde pequeño, en vez de jugar al tenis, desafiaba las bombas de los ataques aéreos americanos en la ex Yugoslavia donde vivía. Su vida y el tenis eran desde siempre la misma cosa, amaba el tenis más que cualquier otra cosa y ha sacrificado muchísimos “gustos comunes” en favor del tenis, como por ejemplo la pasta.

Sí, exacto, la pasta. Novak cuenta que, incluso teniendo tanto amor desmesurado por el tenis, en las canchas a veces su cuerpo no daba para más y se dejaba caer al suelo repentinamente sin fuerzas.

Después de millones de visitas, un “extraño médico poco convencional” le planteó la idea de que su problema fuese debido a una intolerancia al gluten y le sugirió eliminarlo completamente de su alimentación.

novak-djokovic-768x432Desde ese momento inició el renacimiento de Novak, que, sin tener la limitación física del veneno que la pasta y el gluten constituían para él, ha ganado en varias ocasiones trofeos y metas extraordinarias.

Moraleja de la historia, existen dos modos para obtener resultados: ejercicio mecánico, repetitivo y “pasivo”, aquel que haces porque tienes que hacerlo pero te aburres a morir. En este caso la fatiga es “ALTÍSIMA”, el esfuerzo mortal y la diversión CERO. Si por cualquier motivo en particular -un padre muy insistente, una necesidad externa particularmente fuerte y dramática – consigues tener esta fatiga durante el larguísimo tiempo necesario para obtener resultados, puedes incluso conquistar una maestría en particular, sea en el deporte o en el estudio de un idioma, pero seguramente la calidad de tu vida es muy baja.

Luego está la segunda manera de conseguir resultados: el ejercicio intencional que, en el caso del aprendizaje podría describirse mejor como «ejercicio inteligente», o incluso un ejercicio en el cual te aplicas voluntariamente, después de haber eliminado lo que, en cambio, te envenena.

En el caso de Novak el veneno fue el gluten de la pasta, en el caso de los que estudian el veneno es el modo lineal, repetitivo y no asociativo con el que la escuela nos enseña a estudiar.

No te dejes deslumbrar por las palabras, ahora te lo voy a explicar. Sígueme, porque lo que te voy a decir, literalmente, podría cambiar tu vida y tus resultados al menos tanto como le ha cambiado a Novak dejar de comer alimentos con gluten.

El hombre primitivo, el tigre con dientes de sable y la era de internet

¿Qué tienen en común el hombre primitivo, el tigre con dientes de sable y la era de internet? Aparentemente nada. En realidad, como explica Joshua Foer, brillante periodista y campeón estadounidense de la memoria en el 2006, “nuestra memoria no está adaptada al mundo contemporáneo”. La memoria, como la vista, el lenguaje, la posición erecta y cada característica biológica del ser humano, ha evolucionado trámite un proceso de selección natural en un ambiente que es muy diferente al que vivimos hoy”.

Nuestro cerebro, recuerda Foer, se ha desarrollado en el Pleistoceno y los problemas de nuestros antepasados no eran los de tener que recordar de memoria los números de teléfono de sus colegas o recordar perfectamente las instrucciones del jefe, ni estudiar páginas y páginas de información escrita. En esa época, su problema era recordar dónde estaba la comida, dónde dormitaba ese antipático tigre con dientes de sable, cómo encontrar el camino a casa, la forma de las plantas que se podían comer y de aquellas que, por el contrario, te envenenaban.

En otras palabras, nuestra mente y su función de memoria ha evolucionado para almacenar datos en forma de IMÁGENES, secuencias insignificantes de signos negros sobre un papel en blanco.

Si lo piensas, de hecho, ¿qué hace la mayoría de la gente con la esperanza de recordar mejor lo que ha estudiado? ¡Lo subraya, claro! La gente espera que al poner un poco más de color en palabras insignificantes que tienen que tratar de aprender, serán capaces de recordarlas mejor. Por desgracia, como bien podrás entender, no es que transformando una simple página en “blanco y negro” en una nueva página “blanco, negro y amarillo fosforito” las cosas puedan cambiar. De hecho, sólo has consumido tinta innecesariamente.

Subrayar “añadiendo color» a la hoja para recordar mejor es sólo un intento ineficaz de recrear las condiciones que, sin saberlo, cada uno de nosotros en su cerebro más antiguo sabe que debería ser el camino correcto para recordar información: asociarlos con imágenes significativas.

Por lo tanto, incluso si estás lleno de buena voluntad (¡por no hablar de si realmente no tienes ganas!), incluso si deseas aplicarte, estudiar y aprender, porque sabes que te sirve y que te será útil porque te gusta lo que haces, pero continúas sin utilizar tu mente en la manera en la que se ha construido, nunca serás capaz de tener los resultados que mereces.

Es un poco como tratar de conducir un Ferrari con aceite de colza como combustible: algunos kilómetros tal vez incluso podría funcionar, pero ciertamente nunca tendrá el rendimiento que podría tener si hiciera el trabajo con el combustible para el que fue diseñado.

Lo mismo ocurre con nuestra mente: si deseas recordar más y mejor, debes hacerla funcionar en el modo en la que fue diseñada. Esto es equivalente a aplicar el ejercicio «intencional» y no meramente mecánico y repetitivo que hemos mencionado anteriormente.

¿Cómo se hace todo esto? Es más fácil hacerlo que decirlo.

Si eres curioso y piensas que tienes la determinación suficiente para ser capaz de leer las instrucciones y aplicarlas de forma independiente, puedes buscar en la biblioteca un buen texto sobre técnicas de aprendizaje eficaz.

Genio en 21 díasNosotros, naturalmente, recomendamos lo nuestro: sabemos que es un buen texto, ya que es la experiencia de decenas de miles de horas de clase con miles de estudiantes de toda España y del extranjero y cientos de miles de horas de tutoría, el entrenamiento uno-por-uno que sólo nuestros alumnos reciben para llegar a poder utilizar las técnicas en completa autonomía, como campeones.

Si sientes que sólo tardas demasiado tiempo, que el libro terminaría – como muchos otros – acumulando un montón de polvo en la mesita de noche innecesariamente y que realmente deseas cambiar tus resultados a mejor y poner el turbo a tu situación profesional y de estudio, entonces te invitamos a venir a conocernos en persona a una de las 36 sedes físicas que tenemos en Italia, España, Suiza, Reino Unido y EE.UU.

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PD: En cualquier caso, permíteme recordarte una cosa: ¡no dejes que un poco de veneno, que fácilmente podrías eliminar de tu vida, te impida ser el campeón en el que te gustaría convertirte!